
Un hombre de aproximadamente 60 años de edad, identificado como Margarito, ingresó al Hospital General Arronte para recibir atención médica por una herida lacerante en el cuerpo. Sin embargo, al salir del hospital, presentaba al menos tres heridas adicionales, situación que ha generado preocupación y cuestionamientos sobre la calidad del seguimiento clínico recibido.
De acuerdo con informacion extraoficial, presuntamente este paciente ya se encontraba en una condición delicada al momento de su ingreso. No obstante, se señala que dentro del hospital existe un consultorio denominado «Clínica de Heridas», el cual tiene como función principal gestionar el uso de parches especiales y tecnología avanzada para el tratamiento de lesiones infectadas o de difícil cicatrización.
Este tipo de parches, cuyo costo puede superar los 8,000 o incluso 10,000 pesos por unidad, requieren ser cambiados cada 24 o 48 horas. Están diseñados para prevenir infecciones bacterianas y acelerar el proceso de cicatrización, pero su acceso está condicionado a una solicitud formal con el expediente clínico del paciente y su consentimiento, debido a su alto costo y a que los suministros son facilitados por la Secretaría de Salud bajo préstamo temporal.
Al parecer, estas solicitudes rara vez se realizan, lo que impide una adecuada atención a pacientes en condiciones críticas. Además, se mencionan posibles malas prácticas quirúrgicas por parte de una médica del hospital, de apellido Pichón y la enfermera Margarita quien, según los testimonios, al parecer pusieron el parche o realizaron la curación y no cambiaron el parche, situación que derivó que la herida se llenará de gusanos, del mismo modo según ha realizado intervenciones innecesarias o excesivas en procedimientos simples, como apendicitis, lo que ha derivado en complicaciones graves para los pacientes.